Ayer le pedí a una de mis hijas -mientras íbamos en coche hacia el colegio- que hiciera una foto a la luna. Salió movida y con reflejos. No fue una buena foto e iba a descartarla cuando hoy, al mirarla mejor, he descubierto que tiene la belleza de un buen cuadro.
Y eso me ha llevado a pensar en la idea que ha dado pie a este post: no nos empeñemos en ser foto, réplica de otro, cuando albergamos en nosotros la belleza de una obra de arte.