De vuelta ya a mis paisajes de playa, el paseo de esta mañana me ha recordado a Raimon Panikkar y su tradicional reflexión en torno a si somos la gota, o el agua de la gota.
Contemplando la imagen que comparto en este vídeo, pensaba en que si descendemos por la escalera de la interioridad, terminamos zambulléndonos en un mar que -lejos de devorarnos- nos enfrenta a nuestra doble naturaleza: somos la gota de agua que llega al Mar (con todas sus limitaciones y determinaciones personales) pero podemos ser gota porque somos agua, porque nuestra naturaleza tiene algo de Mar.
Divina reflexión para degustar mecido por el suave y agradable vaivén de las olas, que parece que nos mantienen -como la vida- en un constante ir y venir hacia ese océano insondable que en silencio -y en el silencio- nos llama.
No dejemos de escuchar su susurro, np nos dejemos llevar por cantos de sirena.